Mis inicios en la
profesión fueron variopintos, por llamarlos de alguna manera. Tras luchar con
mi padre por que no quería que “su niña” trabajara en publicidad, ese mundo de
perversión que me podía corromper, volví de Francia donde me envió para que se
me olvidara dicha idea, y estudié publicidad, a cabezona no me ganaba nadie…o
como dice mi madre “Lucía siempre fue muy decidida” cuanto más poético ¿verdad?
El causante de que me
llamara la atención el mundo de la publicidad fue mi padre, no recuerdo las
veces que traía a casa bocetos para presentaciones y nos las enseñaba
encantado, ahí empezó el gusanillo. Cuando veía tantas ideas diferentes para
transmitir lo mismo me parecía que era arte de magia, al volver a casa por la
noche tras su presentación lo primero que le decía era: ¿cuál ganó? No
importaba el producto ya que por casa circuló de todo desde el glamour de De
Beers con sus espectaculares brillantes, pasando por Marie Brizard con la luna
siempre presente en sus gráficas, al color infinito de las familias felices de
Kodak o el mundo de las baterías Tudor. Un abanico de ideas, imágenes, frases,
conceptos que no habría llegado a conocer si no fuera por mi padre, y si a esto
le unes las historias, anécdotas, chascarrillos, fotos del ambiente de la
agencia que nos contaba tanto mi padre como sus colegas, entenderéis que me
viera abducida por ese mundo.
Como por una décima no
pude entrar en la universidad, el sueño de mi vida, tuve que estudiar en CENP
pero aún así, a pesar del disgusto inicial, fue una época estupenda, me
encantó, conocí gente fantástica que todavía conservo como amigas y disfruté
muchísimos estudiando lo que realmente me gustaba. Una mención especial a
Loreto con la que iba a clase en su vespino y nos pasaba de todo lo imaginable.
Algunos días al salir de clase íbamos a ver a mi padre a la JWT, la agencia
número uno en esos momentos y soñábamos con llegar a trabajar en una agencia
así, aunque en esos momentos eran sueños sin perfilar, casi etéreos, en los que
no te dabas cuenta de la dificultad de los inicios.
Hice el training en JWT
bajo la supervisión y preocupación de mi padre que todavía no las tenía todas
consigo, pero rápidamente acabé con sus miedos y ya se quedó tranquilo con
respecto a mi “saber hacer” en ese ambiente. He de reconocer que iba con el hacha
al hombro con respecto a los hombres así que no estaba para bromas.
El Big Bang tuvo lugar
una mañana en la que bajaron unos creativos a la pecera de los trainee a buscar
niñas desvalidas para enseñarnos una campaña y ver si la entendíamos (mal
inicio). Para que os pongáis en situación, os voy a describir a los personajes
y el ambiente que se respira en una agencia. La comunicación es abierta, de tú
a tú, clara y directa, y todo entre risas y buen rollito y ellos…Luis, uno de
los capos creativos más atractivos que he conocido en mi vida y Fernando, un
armario ropero que intimidaba bastante. A esto añadirle que aunque era mi
primer trabajo en agencia ya tenía un backup importante y sabía del perfil del
creativo, genialidad unida a cierta prepotencia de artista y se dispararon
todas las alarmas. Si sumáis mi animadversión a los hombres, mi idea sobre los
creativos, que encima estaban estupendos y que demostraban claramente su
superioridad frente a nosotras…entenderéis que no estaba predispuesta a la
cordialidad, eso sí, siempre con la educación aprendida de mis padres.
Evidentemente no sabían
de quien era hija y yo tampoco hice nada para que lo supieran, respondí como
pude a sus preguntas y cuando ya me harté de su tono graciosillo y ligeramente
despectivo les dije “soy rubia pero no tonta, ya os he dicho lo que opino así
que si no os importa me voy, que ya me aburre este paripé de trainee tonta
frente a creativo superlativo”. Mis compis no daban crédito pero es que en mí
nunca ha tenido cabida la sumisión frente a la estupidez. Evidentemente no conté
nada de esto a mi padre y pasados dos días oí unos alaridos en dirección a la
pecera ¡¡ Ceruti, te mato !! , era Fernando que además de creativo es amigo de
mi padre. Fue él quien se lo contó a mi padre y eso hizo que Don Florencio se
quedara tranquilo con respecto a la indefensión de su hija en esta profesión. Y
yo siento un gran cariño por Fernando al que también me une el amor por la
tierruca.
Empecé este post para
hablaros de un amigo de profesión con el que me reencontré en una comida, pero
como siempre mi carácter Capricornio me obliga al orden y todavía no he llegado
a la agencia en la que trabajamos juntos así que eso tendré que dejarlo para
otro día.
Mariano, queda pendiente.
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