lunes, 26 de mayo de 2014

Glamour

Hay situaciones en la vida en las que por mucho que lo intentes, nunca podrán tener glamour.

El caso que me acontece hoy es un gran ejemplo.

Se me rompió hará un mes la tapa del inodoro y tras buscarla en Leroy Merlín y mil sitios más, finalmente tuve que zambullirme en San Google en su busca y captura. Parece sencillo ¿verdad?, pues de eso nada… la mitad de lo sitios estaban cerrados o estaba en Guadalajara el más cercano…por fin localicé uno en la Calle Ferraz, lo que implicaba que sólo tenía que atravesar Madrid más toda la logística previa: localízales por teléfono, especifica modelo, año (si te acuerdas) y concreta color que nada tiene que ver con las tonalidades de su web. Entonces ellos hablan con el almacén y te confirman si tienen el modelo, si es así debes hacer transferencia de anticipo y esperar a que les llegue. Total, que tras localizar el sitio y todos los trámites posteriores, la tuve en una semana, y ahora viene lo bueno, ¿Cuánto creéis que cuesta el reposa culetes????? Ni más ni menos que ¡¡¡¡86 eurazos!!!! vamos…un bien de LUJO.

Me armo de valor y voy a recoger la pieza de museo y mientras doy mi primera vuelta a la manzana para aparcar en zona azul, en el paso de cebra en el que estoy parada veo cruzar a un gallardo jovenzuelo que se parecía mucho a Pedro Bigeriego así que le llamé “Pedrooooo” tipo Penélope Cruz en los Oscar… y nos damos besos fraternales mientras le explico mi visita a su barrio y entre unas cosas y otras terminamos en una terraza tomando cervezas y recordando, como no, anécdotas Nojeñas.

Gracias a este encuentro el momento doloroso de la recogida de una carísima tapa de inodoro se convirtió en un aperi/comida muy agradable y divertido. Disfruto muchísimo de estos giros inesperados ¿vosotros no?



Estábamos tan ensimismados que se nos pasó la hora del parking y me pusieron multa, pero cuando subía a la carrera para poner un nuevo papel me encuentro con los multadores que me confirman mis peores dudas, así que me hago amiga suya con la jovialidad de llevar 2 cervecitas en el cuerpo, y me hacen la anulación con 2 hora más incluidas en el precio.
Ni tan mal…como diríamos en Santander.




Si hay algo que me gusta de encontrarte con gente a la que llevas años sin ver pero que han sido muy cercanos, es que en un segundo vuelvas a tener la misma confianza de entonces y hablas abiertamente de todo y de todos. Nos confesamos a quien habíamos votado ayer, hablamos de que Chucas nos había pedido amistad en FB, de que habíamos estado en Santander hacía unas semanas y que nos encantaba la tierruca, de su amor incondicional a Ana hermana y su estancia con ella en Dubai… nos fuimos calentando entre cañas y la añoranza y acabó confirmando que aquella hez humana que apareció en las escaleras de la casa de Noja no fue ni de Pablo ni de él…la verdad es que el dicho “crea fama y échate a dormir” les iba como anillo al dedo, pobres que injusticia.

Entre risas recordamos los primeros bailes en Joyel, los veraneos de playa y copas, a las Huidobro, los Collantes, los Cosío, los Camino…de cómo nos imitaba su hermano Pablo a todos y lo que nos reíamos con él. Y al llegar a casa me he acordado de aquel día que volviendo de copas de La Taberna, hicimos auto stop a un lugareño con un burro y un carro que amablemente nos dejó subir al carro y nos llevó a todos hasta casa siendo ya de día. O aquella madrugada en la que Triqui dijo mirando embelesado un magnífico amanecer  en tonos anaranjados y rosas “está claro que Dios existe… y además es pintor”, superado ese momento bucólico se tiraba desde la silla del socorrista gritando ¡¡estoy maduro!! mientras se pegaba castañazos contra la arena coreado con nuestras risas.


En una de esas noches, recuerdo entre nebulosas, probar los callos. Si hay una comida que me cree rechazo es esa, así que todavía le estoy dando vueltas a como fue posible…era cuando terminábamos la noche en el cruce de Castillo, ya sin un duro y con un hambre canina, entonces poníamos nuestra mejor sonrisa, parpadeábamos como posesas y gorroneábamos lo que podíamos sin poner peros a nada ni a nadie. Este debe ser otro de los síntomas de madurez, ahora sería incapaz de repetir tales hazañas.



Si por algo es conocida la playa de Ris es por sus surferos, suele haber olas y unos más otros menos, todos disfrutamos cogiendo olas como locos. Los pobres socorristas se vuelven tarumba los días de mar fuerte intentando controlar a tanto atolondrado. Como es bien sabido, los profesionales son los Vilalloga, además de unos bellezones, las niñas disfrutábamos como locas cuando salían a surfear, eran unos máquinas. 


Pero el agua es de todos y para coger olas todo vale, como las tablas estaban súper solicitadas, nos hacíamos con lo que podíamos y una tarde no quedaba nada más que una barca hinchable en lamentables condiciones pero eso no era impedimento para Macarena Ruigomez y para mí, así que ni cortas ni perezosas nos pusimos a coger olas sobra la barca dada la vuelta. Eso era indescriptible… una amasijo de piernas y brazos entre la espuma  digna de cualquier peli de acción, el caso es que Eduardo Junco estaba en las dunas grabando a sus hijos cuando nos descubrió y decidió que era mucho más divertido grabar a esas dos absurdas tragando agua entre revolcones y riéndose a carcajadas. Gracias a Dios nunca llegué a ver dicho vídeo.

Como veréis las situaciones con glamour en Noja no tenían fin, ahora eso sí nos lo pasábamos como enanos.

Para cerrar este post quiero dejar constancia de en manos de quien estaba el glamour en el agua.

Os dejo una prueba para que podáis valorarlo vosotros mismos.

Ingolo cabalgando sobre las olas

martes, 13 de mayo de 2014

Lola y Merche


En psicología dicen que no es bueno vivir rememorando el pasado pero cuando el pasado ha sido tan bueno, que digo bueno, estupendo, me niego a dejarlo de lado. Es una opción personal y a mí me aporta muchísimo las vivencias pasadas así que aquí estoy una vez más recordando…

Cuando alguien estupendo ha formado parte de tu vida, lo agradeces, si es familia directa como que lo das por hecho pero cuando te faltan es cuando te das cuenta de la suerte que has tenido por haber convivido con ellos. Despedirse de alguien a quien quieres siempre es duro y sientes una pena infinita por que ya no estará más contigo pero unido a ese sentimiento de pérdida siempre tengo el de agradecimiento por haber compartido parte de su vida y todos los recuerdos vividos con ellos los atesoro en mi (mala) memoria.

Estas fechas son especialmente nostálgicas, hace diez años que nos dejó tía Lola y un año que se fue tía Merche y aunque siempre las echamos de menos porque han sido importantes y han estado muy presentes en esta Gran Familia, este mes nos acordamos especialmente de ellas.

 ¿Fantásticas verdad? así las recuerdo yo.

Empezaremos con las peculiaridades de esta familia que tanto llama la atención de mis amigos, los nombres de los que la conformamos. La generación anterior añadía María a todos sus nombres ya fueran femeninos o masculinos por temas religiosos, pero menos mal que en nuestra generación se fueron acortando los nombres a dos por persona, de ahí la tendencia a recortar o apodar los nombres originales. Para ser sinceros creo que hay más causas para ello como son la mala memoria y un toque de vagancia pero eso mejor no lo estudiaré en profundidad.

Para que se entienda voy a poner ejemplos.
María Dolores Elvira Catalina = Lola
María del Carmen Rosario Consolación = Menchu
María de las Mercedes Felisa = Merche
Ana María Leonor = Mari
María Victoria Serafina Josefa = Piti
Juan Manuel = Manolo
María Leonor de la Inmaculada Concepción = Leli


De casi 20 nombres se ha quedado reducido a siete que son: Lola, Menchu, Merche, Mari, Piti, Leli y Manolo. Esto si que es reducción de costes… entiendo a mis amigos cuando les enseño fotos y a los nombres anteriores añado Chiqui, Chufi, Chichín, Gabi Sete, Maca, Nano, Jas, Lis, Encho, Fran, Vicky, Nelo, Arral, Xi, Leo, Ena…y no dan crédito, creen que me lo invento pero no, es verídico y muy útil en una familia tan numerosa poder tirar de estos recursos.

Aquí les tenemos: Lola, Manolo, Menchu, Mari, Piti; Merche y Leli.

Pues bien, de María Dolores Elvira Catalina, osea Lola y María de las Mercedes Felisa, Merche, tenemos muchos recuerdos y siempre divertidos. Dicen que tu nombre te marca la personalidad y la verdad es que los suyos eran cuando menos rimbombantes pero en su día a día eran Lola y Merche y eso es lo que queda.

La casa de tía Lola era el centro base de operaciones en Santander, en los jardines de Parayas (que glamour) se han celebrado muchas García Lagadas y Jorge Juan era el punto neurálgico de encuentro en Madrid para todos los familiares que pasaban por la capital y los que vivíamos allí. Era casi un ritual las merendolas de coca cola y sándwich de Viena Capellanes ¿quién no lo recuerda?

Hasta que no estuve en Maliaño Alto no supe lo que era la libertad en su máxima expresión, en esa casa se entraba más por las ventanas que por las puertas, siempre había gente de todas las edades entre hijos, amigos, sobrinos, tíos…, se organizaban fiestas en 10 minutos, se acogía a todo el mundo y si no cabían en casa se ponían tiendas de campaña en el jardín. En más de una ocasión tía Lola se encontraba con desconocidos en el desayuno que había llevado alguno de sus hijo la noche anterior, casi siempre Chichín, y también se llevaba algún que otro susto, como el día que vio salir del cuarto de Alfonso una chica y en plena reprimenda a Fonso por su indiscreción, la chica apareció y al verla en detalle se percató de que era un barbudo de pelo largo, lo que inexplicablemente la dejó más tranquila.

La primera vez que vi un congelador industrial en una casa, fue allí, pero lo más sorprendente era la cadena y cerrojo con el que intentaba mantener la comida lejos de las manos de hijos y sus amigos que asaltaban sin piedad la cocina al volver por las noches de copas.

Para ir al club saltábamos por el muro que lo separaba de la casa aunque los primos eran socios y nos destrozábamos con las zarzas, pero el caso era hacer algo prohibido y súper aventurero.

Y ante todo esto tía Lola ni parpadeaba, no perdía la calma, es más siempre estaba alegre y feliz viendo lo positivo de la vida.

Algo que nunca olvidaré de ella fue como me enseñó, por no decir obligó, a decir TE QUIERO. Esas muestras de cariño abiertas siempre nos han dado cierto alipori a los Ceruti, será por la falta de costumbre… pero el caso es que desde que tía Lola se hizo seguidora de las telenovelas  sudamericanas, te perseguía diciendo “te quiero, bendiciones, mi amor” y yo me quería morir de vergüenza, pero el que la sigue la consigue y ya soy capaz de decirlo sin atragantarme ni tartamudear. ¡Gracias Lola!

Otra cosa que nos enseñaba era a abrazar los árboles para captar su energía positiva y desde luego lo lograba porque acabábamos todos muertos de risa abrazados a todo lo que pillábamos.
 
Cada vez que volvía de estar unos días en Maliaño, le echaba en cara a mi madre que éramos una birria de familia, ¡¡ sólo 4 hermanos frente a los 11 hijos de tía Lola!! y mi madre siempre contestaba “Lucía, hija, las comparaciones son odiosas”

En cuanto a Merche, también la caracterizaba el típico despiste García de Lago o más bien la falta de interés en algunos casos.

Llegó a saludarse y cederse el paso frente a un espejo mientras pensaba en la buena pinta de esa señora tan amable, que no era otra que su propio reflejo en un escaparate. Estoy segura de que las dependientas todavía lo recuerdan.

Su deporte favorito era recorrer los barrios más selectos de Madrid buscando piso mientras comentaba, en tono un poco altivo,” pues no está mal esta zona o estas casas” refiriéndose a los chalets más espectaculares e inalcanzables que haya visto en mi vida…o preguntando calidades e información sobre pisos, a un piloto con uniforme como si se tratara del conserje.

Si tenían algo en común era  su faceta acogedora, sus casas eran de puertas abiertas para todo el mundo. Cuando trabajaba en Gran Vía, comía un día a la semana en casa de los Velasco y si faltaba por algún motivo se enfadaba muchísimo y os aseguro que intentaba no faltar porque te hacían sentir como en casa y reconozco que con Nando y Merche me he reído mucho. Todavía recuerdo las sobremesas delante del televisor con la telenovela del momento. Mientras la veía daba cabezadas sin parar por lo que se enteraba de la mitad y lo enrevesada todo, el galán pasaba a ser malísimo y el malo era adorable pero como Nando le daba la razón en todo, no había forma de aclarar la trama…y encima quería convencernos de su versión a lo que Nandín contestaba,”si Merche, si…claro Merche como tu digas…”. Un día glorioso fue cuando cabeceando durante el telediario en el que daba una noticia sobre unos de los espantosos atentados de ETA, se despejaba un poco y decía indignada “ ahora mismo iba a la cárcel y mataba a todos esos etarras” y Nando mientras leía el periódico le decía “ ve a arreglarte que te llevo…”

Otra muy sonada fue cuando se encuentran con un amigo que había sido operado recientemente y al preguntarle de qué le habían operado y contestar este algo apurado que de la próstata, ella contestó muy contenta “yo también me tengo que operar de lo mismo en cuanto vuelva a Madrid”. Nadie contestó, unos sonreían, otros  miraban hacia otro lado y el susodicho la miraba desconcertado y colorado como un tomate.

Iba siempre perfectamente arreglada y tanto su guardarropa como el de sus niñas estaban siempre a disposición de todas las tías y primas para eventos glamurosos. Otra muestra de su inagotable generosidad era que lo que comprara para sus hijas, lo hacía exactamente igual para el sobrino que estuviera con ellos en ese momento.

Ambas tenían una cosa en común, su pasión por ir de compras a Swarovski, osea Eroski, en cuanto tenían oportunidad allí iban las dos y tía Lola siempre volvía con algo leopardesco, que la apasionaba, ya fuera ropa, zapatos, bolso…cualquier cosa con dibujo de leopardo.

Podría seguir contando anécdotas e historias suyas por días, pero mejor dejar munición para posibles nuevos post.

Como veréis es imposible no echarlas de menos, ambas eran generosas, acogedoras, divertidas, fuertes y muy queridas por todos.

Un gustazo haberlas disfrutado