domingo, 29 de marzo de 2015

Milán (inicio)





No sé si os acordáis del post en el que os hablaba de mi abuelo Ceruti, el gran desconocido.

Desde mis inicios de investigación con Eduardo Ortega, pasando por mi padre y Javier hermano, y tras leer el "África, la virgen", mis conocimientos han ido creciendo a marchas forzadas. Es más contagié a mis primas Mercedes e Irene y nos embaucamos en una aventura divertidísima en busca de nuestros ancestros. Recopilamos la poca información existente de nuestros antepasados italianos y nos pusimos rumbo a Milán.

Para empezar hay que reconocer que se trataba de una labor ardua y compleja ya que los datos que teníamos además de escasos hacen referencia al s XVII. Imaginaros el papelón al que nos enfrentábamos, además con el sobre peso en nuestras espaldas de las esperanzas volcadas en nosotras por el resto de la familia. muy optimistas por otro lado...

Total que a costa de nuestro pasado nos organizamos un viaje a Milán las tres Marías: Mercedes, Irene y yo.

Conseguimos billete barato y alquilamos una casa por tres días en airb&b que tenía pintaza hasta que llegamos y comprobamos el daño que ha hecho el "gran angular" en nuestras vidas. Pasamos de una casa de 2 habitaciones a una casa con una sola habitación y con gato.Creo que debo mencionaros que soy mega alérgica a los gatos y que me puse a morir. Estuve los 3 días con antiestamínicos y saliendo de casa como si fuera un ladrón de bancos, dejando sólo los ojos a la vista por si me cruzaba con el dulce animalillo.












Superada la primera noche que fué la peor, el resto salió todo sobre ruedas. Además gracias a la amabilidad de nuestra casera pudimos desayunar al día siguiente agua de grifo fría, que es lo único que nos había dejado en la nevera.


Gracias a Mercedes que bajó a por deliciosos bollos recién hechos y café, nos pegamos un homenaje para celebrar que no me tenía que ir a un hotel y podíamos seguir adelante con nuestros planes.


El primer día nos fuimos andando, callejeando y disfrutando de la ciudad camino del Duomo. Gracias a Dios no he heredado la mala orientación de los Ceruti, que mis primas sí lo han recibido sin género de dudas, y de lo que alardean encantadas de la vida.





El viaje empezó con notición de camino al aeropuerto, del que todavía no me he repuesto...¡¡¡¡ Sergio e Irene se casan !!!!. Entre los nervios del viaje, las buenas nuevas y nuestra tontería innata, ya empezamos a reirnos y a hacer fotos de todo como posesas, manteniendo ambas cosas a lo largo de todo el viaje.

Irene luciendo mis gafas para la presbicia

Para que el reportaje fotográfico fuera todavía más enriquecedor, nos hicimos con un palo de selfies en el Duomo, que curiosamente sólo funcionaba con el móvil de mis primas, y con esto no quiero decir nada...


En más de una ocasión dicho artilugio nos expuso al mayor de los ridículos, siendo el hazmerreir de toda la turistada que nos rodeaba. En el tejado del Duomo tuvimos un momento glorioso en busca de una foto sublime, que terminó siendo hecha por una pareja que no daba crédito y viendo que no dominábamos ni el palo, ni el móvil, ni las formas, se ofrecieron a hacérnosla. No recuerdo haberme puesto tan colorada desde la época del colegio, cuando se me empañaban las gafas de los sofocos creados por la vergüenza.



Tuvimos suerte y comimos al sol con nuestras cervezucas, uno de los grandes placeres de la vida, en una terraza en un ático frente al Duomo. Está ubicado en el top de unos grandes almacenes maravillosos donde todo es diseño y buen gusto .Evidentemente no pudimos resistirnos a pasearnos por sus plantas repletas de firmas de lujo y disfrutar de ello como enanas. Un gustazo. La verdad es que Milán destila diseño y elegancia, vayas donde vayas. No he conocido una ciudad donde la gente vaya mejor vestida que allí, de llamar la atención.

Acceso a la terraza
Suelo tienda Stella McCartney

El Duomo por dentro es maravilloso, de unas dimensiones espectaculares y con unas vidrieras que impactaban por sus rojos y verdes tan luminnosos. Encendimos velas por la familia bajo petición de Mercedes y lo recorrimos de punta a punta.


Volviendo a casa paramos a tomar algo en un bar y aproveché para preguntar al camarero donde podíamos empezar con nuestras pesquisas familiares. El camarero se lo preguntó a la dueña que a su vez se lo contó al otro camarero y cuando nos depedíamos al irnos, nos saludaron muy contentos tanto el personal como los clientes que ya estaban al tanto de nuestro periplo.





Cada taxi que cogíamos, historia que repetíamos, que por cierto consideraban interesantísima.

Esa noche cenamos en los canales y a pesar del agotamiento típico de turistas, disfrutamos y nos reìmos sin parar, sobre todo ellas cuando les relaté varias anécdotas en las que era yo la protagonista y la que indudablemente hacía el ridículo en casi todas ellas, salvo en la del japonés en el avión de vuelta de Munich.


De vuelta al hogar di sesión de Reiki a mis primas mayores para intentar hacer más llevaderas sus goteritas y que estuvieran al día siguiente al 100% para darlo todo. Esa noche al subir fotos del día en facebook, me contactó un amigo italiano al que conocí en un cursillo
de inglés en Manchester. Leonardo, Davinchi para los del curso, nos organizó un domingo estupendo con milaneses y fué una gozada disfrutar de Milán con él y sus amigos.



Como teníamos tiempo antes de quedar con Davinchy nos fuimos dando un paseo hacia la zona pasando por la iglesia de Santa María delle Grazie. La pena fue no habernos enterado de que había meses de antelación para solicitar las entradas y poder ver la última cena de Leonardo, por lo que nos quedamos sin verlo.

Aún así nos encanto a pesar del frío y para entrar en calor fuimos a por energías a una heladería que como todo en esta ciudad era ideal y estaba repleta de gente con una pinta estupenda.





A lo largo de la caminata nos fuimos encontrando además de con edificios preciosos, con bares de diseño geniales como el de la foto que tenía taburetes simulando corchos de botella o con esculturas en arcos de entrada a fincas... un lujo perderse y callejear sin prisas, disfrutando de todo lo que te vas encontrando.








Empezamos el periplo con la inauguración de la exposición de fotografía de David Bailey. Además de ser muy extensa y con muchas fotos interesantísimas, el sitio de la exposición era un palacete precioso. Vamos que nos encantó.



Cuando terminamos de verla lo que nos debió llevar casi dos horas, tuvimos que retomar el mundo turisteo para no perdernos el castillo Sforzesco.




Ahora me voy a tomar un descanso e intento seguir mañana con ello, ha sido mucho y muy inteso y me está llevando más tiempo del que pensaba...
Nos vemos pronto.


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