sábado, 12 de julio de 2014

¿Murcia o Almería?

Esta ha sido la pregunta reiterativa de esta semana. Creo no equivocarme si digo que hacia el tercer o cuarto día Arral empezó a tener la ligera certeza de que Vera está en Almería.

Para empezar desde el principio (obviamente), debo hablaros de mis amigas y amigos. En otros post he dado algunas pinceladas sobre mis amigos más cercanos y creo que se destila que estoy muy orgullosa de mis amistades, son un gran tesoro y quiero decirlo públicamente: no me merezco los amigos que tengo, son estupendos.

En este post os hablaré de Reyes ya que gracias a ella, Arral y yo hemos convivido y disfrutado de 5 días fantásticos en Almería. Si, si Almería, a Murcia hemos ido de excursiones pero el centro base estaba en ALMERÍA.

Reyes y yo somos amigas desde la carrera, no, no estudiamos lo mismo, yo hice publicidad y ella derecho, pero nos conocimos trabajando en AMEX durante el último año de carrera, para ganar unas pelillas y experiencia laboral.

Desde el primer día me deslumbró su generosidad y simpatía, la vida con el tiempo me demostró que no era algo normal sino más bien una especie en extinción. Vendíamos tarjetas de American Express y ella era un hacha como comercial pero yo dejaba bastante que desear,..Cuando no llegaba a objetivos y me desanimaba, ella me pasaba ventas suyas para contabilizarlas como mías ¡¡Asombroso!! Además es optimista, vital y súper positiva, ni que decir que es un cañón y que tenía a todos locos.

Pues bien, cuando supo que no tenía nada previsto para las vacaciones de verano, me ofreció su casa de Almería para irme unos días con quien quisiera. Nuevamente me descoloca, vale que nuestra familia es de puertas abiertas pero entre los amigos no hay tanta entrega ¿no?, no sé… a mí estas cosas me siguen sorprendiendo.

La pena fue no tener a mano un mozo cañón y estupendo con el que te ríes hasta hartarte, además de cariñoso y comprensivo, con quien irme… a falta de mi adonis particular se vino conmigo Arral, ojo, que no está nada mal la chiquilla pero que somos primas, vaya…

Empecé a descubrir a la Arral real en el viaje, su palabra favorita es “mierda” el porqué no lo sé, pero que es la más utilizada puedo jurarlo. Entenderéis que el contraste es total entre Reyes la mega optimista y alegre y Arral “la realista” quejita y menos entregada…viví un conflicto existencial.


Las sorpresas empezaron antes de llegar a Lorca con una valla publicitaria que te anima a conocer dicho paraje. Como podéis ver es indiscutiblemente la cuna de la creatividad en su máxima potencia.


Tras la llegada la casa, tarea ardua donde las haya,  y las compras oportunas, decidimos dar una vuelta por el barrio para localizar el acceso a la playa. Nos cruzamos con varios naturistas que reconozco eran de edad avanzada, pero tampoco eran como para recibir las crueles críticas de mi acompañante, a mí me generaban hasta cariño…”míralos, pobres”… Una vez descubierto el acceso más alejado de la zona naturista, noté que Arral se relajaba y una vez más tranquila, pudimos regresar en armonía a casa.



Primer día gazpacho y fiambre de pollo en ristre bajamos al Playazo. Disfrutamos del sol y sobrevivimos a los baños de mar, incomprensiblemente todo sea dicho, ya que tras intentar entrar en el agua sin hacer el ridículo, osea sin caernos, hay que especificar las condiciones de entrada, primero te topas con los pedrolos en la orilla que te molían los pies, sin superar todavía este escollo, te encontrabas con  la caída libre al vacío causada por un escalón a pocos pasos de la orilla y todo esto con el agua turbia que no te dejaba ver el fondo…así que imaginaros intentar hacer todo esto mientras metes tripa y haces como que nada te afecta. ¡¡Veranear en el Sur es súper estresante!! Todavía hay algún que otro bañista muerto de risa con una entrada triunfal de Arral.

Teníamos la intención de andar por la playa pero Arral decidió que nos podían robar tanto en la playa como en la casa ya que las zonas de veraneo son muy golosas para los ladrones…Estas mini vacaciones que se perfilaban como de relax, empezaban a enturbiarse como el agua del mar…y para rematar la faena, mi primuca querida recibe un WhatsApp informándola de marea de medusas, para que queremos más…

Después de la ducha nos acercamos a Villaricos a conocer el puerto que tampoco era del gusto de mi acompañante. Os adjunto foto para que podáis valorarlo, a mí me gustó.


Como ya os adelanté, la palabra mierda forma parte activa de su vocabulario y eso que es parca en palabras...ella se desmaya en la toalla durante horas y claro por la noche duerme poquísimo y entonces como yo duermo mis 9 horas de rigor paso a ser una vaga. Durante sus momentos de introspección playeros yo me dedicaba a leer así que no os extrañará saber que me he terminado un libro de 400 páginas en este viaje. Podéis preguntarme lo que queráis sobre la segunda guerra mundial.

Entiendo el disfrute como relax, con comida y bebida al gusto, pero no, nuestras ideas difieren hasta en eso y tengo que oír que cada cosa que pretendo comer o beber es malísima y engorda muchísimo, así que con el estrés al que me tuvo sometida engordé a marchas forzadas. Pero sobre todo lo que no entiendo es esa obsesión de estar perennemente a régimen cuando en bikini está ESTUPENDA…

Al día siguiente de llegar fuimos a por cremas de protección, ella que ya estaba quemada se compro una protección factor 30 y yo una 50 que según la dependienta era muy fluida...el yeso a su lado es agua cristalina y después de la ducha sigue esa indisoluble capa blanca por todo mi cuerpo. También compramos un fantástico gel aftersun que resultó ser de color amarillo y que por tanto no ayuda mucho si lo añadimos al tono blanquecino de la protección 50, pero os diré que Arral no salió mejor parada ya que su pijama se llenó de manchurrones verdoso-amarillentos. Conclusión los cánones de belleza varían considerablemente de una provincia a otra. Ximena tendría que venir a hacer un estudio en profundidad sobre el tema con cursos de formación incluidos.

Aunque no lo creáis, los días fueron mejorando, en clima no ya que era imposible, el sol nos martirizaba de la mañana a la noche, sin nubes ni previsión de ellas en varios días, pero los planes se nos amontonaban… Fuimos a conocer las playas de Carbonera, Los Muertos y Agua Amarga.

Carbonera el agua estaba transparente pero la entrada seguía teniendo su miga. Aún así no desistimos y nos dimos varios coles, todavía las medusas se mantenían a raya.

Si hay algo a lo que le estoy agradecida es a la existencia de la sombrilla, me ha salvado la vida y además es tan moooona, aunque mi querida prima la critique. Sin ella no habría aguantado tantísimas horas de playa. ¡¡Qué gran invento!!



De ahí nos fuimos a la playa de los Muertos, después del camino entre montañas para llegar a la playa pensamos que el nombre de la misma era meramente descriptivo con respecto al bucólico paseo de acceso y las condiciones en las que se llegaba, pero no, se debía a que las corrientes llevan a los cuerpos ahogados a esa playa. Tuvimos suerte y sólo nos topamos con algunas medusas que no lograron estropearme el baño ya que fue uno de los mejores que me dí esos días. Agua transparente, fresquita y en calma sin entradas disuasorias, un placer de Dioses.

En la foto se aprecia lo fantástica que es la playa y por qué merece la pena hacer el camino de llegada.


Superado el trance de la vuelta al coche, nos vamos a Agua Amarga y por fin algo le gustó a Arral ¡¡Aleluya!! La verdad es que estoy de acuerdo con ella el pueblo es una monada con las típicas casas blancas llenas de flores, chiringuitos muy animados en la playa donde echamos cuenta de unas Mahon fresquitas que suavizaron el carácter de la niña y la playa estupenda salvo que estaba prohibido bañarse por las medusas.


De vuelta a Vera hicimos parada en mirador para ver Cabo de Gata, que es un alto en el camino totalmente recomendable, pero al ver las construcciones que han hecho se te cae el alma a los pies. Además de una mega fábrica hay un bloque espantoso de viviendas que está parado, al igual que muchas otras construcciones de la costa. Una pena las barbaridades que se han hecho en nuestras costas.




Disfrutamos mucho de ese día infatigable de excursiones playeras y lo celebramos con unas cerves frías y picoteo en la terraza disfrutando del fresquito de la noche. Hablamos por teléfono con el patriarca que estaba nuevamente ingresado por una neumonía pero controlado y arropado por toda la familia, y me hizo una aclaración sobre el carácter de su hija: “no es pesimista ni negativa, es de al pan, pan y al vino, vino” a lo que respondí perpleja…pues el pan se le ha quedado duro y el vino avinagrado…pero hay que reconocer que sabe llevar estas bromas y se ríe como la que más.

Una noche más ella se enchufó a la tele y yo a la cama a leer un rato y reponer fuerzas soñando con un día nublado.


Los desayunos en la terraza eran una gozada. Ella se encargaba del café y yo de las tostadas que nos tomábamos con aceitito y sal, la mar de agustito.



Pero en pleno éxtasis vinieron a fastidiarnos una bandada de pájaros asesinos que a mí me parecían inofensivos, pero cualquiera decía nada…


El domingo por miedo a las aglomeraciones nos fuimos de calas hacia la zona de Murcia, dirección contraria a la del día anterior. Los vecinos mexicanos que son un sol, nos recomendaron la cala Cristal y nos encantó hasta que no podíamos casi ni asomarnos al agua por la invasión de medusas. Por lo menos nos dio tiempo de un primer remojón antes del desastre total. Visto lo visto, nos fuimos de excursión a las cuevas de Almanzora sobre todo para ver el castillo del Marqués de los Vélez del S.XVI, por eso de si le tocaba algo a nuestro querido Chufi…


En los alrededores confraternicé con la población de color del pueblo, que era bastante abundante, por cierto. Los blanquitos debían estar a la sombra ya que no vimos ni uno.

Si hay algo que defina esta tierra son sus múltiples castillos, que a nosotras nos parecían torretas; la cultura de pesca, les encanta pescar con caña a los adultos y con esquileros a los peques, que no daban tregua a las medusas; el generoso uso de aceite en su cocina, las playas de piedras y la simpatía de la gente.

El lunes, nos lo tomamos con calma, comimos tranquilamente en casa y después nos fuimos a conocer Águilas. La playa es estupenda, el pueblo no tanto, ya se encargó Arral de hacer que me diera cuenta de ello. Superamos la pereza y el letargo en el que estábamos sumidas y nos fuimos a conocer Lorca para ver el castillo iluminado por la noche y como llegamos justo a la hora de la última visita nos quedamos sin castillo y sin luces, pero a cambio tomamos una cerve en el parador que aunque no era Mahou
nos gustó bastante.


Paseamos por el pueblo entre pitidos de admiradores y tomamos el mejor pulpo a la lorcana de nuestra vida.



Nuestro último día empezó magníficamente bien, ¡¡nublado!! pero nuestro gozo duró poco y tuvimos que suspender nuestras ansias por ir andando a Garrucha 10 km ida y otros tantos de vuelta, así que lo sustituimos por comida en el merendero y últimas horas de sol en la playa Quita pellejos. Esta vez no quise saber de donde le venía el nombre y no indagué.


Cada día al volver de la playa yo me iba a la piscina, sola para mí, hacia unos largos y subía fresca y feliz a casa. Arral no me acompañaba porque las piscinas no son dignas de su devoción.

Como veréis han sido unos días estupendos a pesar de los posibles robos, las medusas, los pájaros asesinos, las playas destroza pies, las continuas críticas en el chat familiar, la falta de nubes, la búsqueda incansable del cigarrillo electrónico, los excesos de calorías, la falta de comunicación, el abuso de lectura y la continua comparativa con las magníficas playas de la tierruca. Para mí han sido unos días estupendos, ahora entiendo por qué  mis amigos dicen que soy positiva.



Como cierre de aventura pasamos a conocer Caravaca de la Cruz, nos lo habían recomendado y la verdad es que es impresionante, es un pueblo precioso con castillo, santuario y barrio medieval. Alucinante. Ya habría sido de órdago que hubiéramos llegado antes de que nos cerraran la puerta del santuario en las narices…aún así nos compensó el desvío de 60 Km. para verlo, ¿no, Arral?




Por último quiero dejar claro y de forma contundente que repetiría con Arral otra escapada encantada de la vida. Ha sido una compañía algo refunfuñona pero estupenda. 
¡¡Cuando quieras repetimos!!